Uno de los antiguos ideales del internet era que el libre acceso a la información, así como la democratización de la divulgación del conocimiento, nos haría mejor sociedad. En 2019, dichas afirmaciones han fracasado debido al auge de las conversaciones nocivas con trolls de la red así como el uso indebido de plataformas de contenido por parte de una minoría de usuarios.
Las audiencias especialmente se han decantado por la plataforma que en teoría tiene mejor relación tiene con sus creadores debido a la simbiosis económica de contenidos y publicidad: YouTube, que también tiene el honor de ser de los pocos lugares donde un generador de contenido puede ganar dinero considerable si aumenta su engagement y dejando a YouTube/Google el dilema de vender sus espacios publicitarios.
Con ese objetivo claro, mejor engagement para más ganancias, YouTube ha entrado a una dinámica perversa y adictiva para que los usuarios consuman cada vez más videos a partir del aprendizaje de sus algoritmos. Si bien lo obvio sería, si estás viendo un gameplay de un juego de Xbox, ver más vídeos similares, YouTube aprendió que yendo un poco más lejos en sus recomendaciones puede captar más tiempo a los usuarios. Es decir, si desde el gameplay te manda a un pequeño documental sobre el tema o incluso a un story time medianamente relacionado.
Este asunto resulta potencialmente peligroso para los usuarios más jóvenes e influenciables que usan el servicio sin supervisión. Y sí, incluso en YouTube Kids, app que originalmente iba ser curada por seres humanas pero acabó sucumbiendo a la eficiencia de la inteligencia artificial, que ha tenido resultados desastrozos como el que se recomienden videos de teorías de conspiración luego de una canción infantil.
En Bloomberg reportan que la desconfianza sobre la app principal de YouTube es tanta que hay empleados de Google que prohíben a sus hijos usarla. El descontento llega a tantos niveles, que cuatro trabajadores de Google que hablaron en condición de anonimato revelaron que dentro la compañía no ven descabellado que YouTube se vuelva una empresa diferente (en el mismo conglomerado, Alphabet) debido a lo diferente de sus valores y su lucha por engagement a costa de la salud mental de los usuarios.
Y eso que la calidad del contenido es un tema completamente diferente al diseño adictivo de la plataforma, a la cual suelen migrar los niños que comenzaron a usar YouTube Kids a los 13 años.
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