Inmersos en la rutina del trabajo, puede ser complicado tener tiempo o cabeza para tener nuevos hábitos. Y todavía más, que sean hábitos positivos. Por ejemplo, irónicamente algo no tan saludable (como comenzar a comer comida chatarra porque no tienes tiempo, o gastar de más en comer fuera) es más sencillo de normalizar y convertirlo en hábito, que un cambio verdadero para bien. ¿Será por qué lo bueno cuesta?
Te tengo un clásico. Yo intenté por años lograr uno de los más grandes consejos que he escuchado, se trata de escribir diez ideas a diario. Malas o buenas, locas o mundanas, el chiste era pensarlas y dejar constancia en un mensaje guardado de Messenger, papel o hasta una hoja de cálculo.
El problema es que me parecía imposible hacerlo diario. Pretextos sobraban. Desde el tiempo, hasta no tener el cuaderno ideal. Al final, me impuse una disciplina y -como es el cliché- por casi cuatro semanas lo hice como si fuera la tarea de la preparatoria para conseguir el punto que ocupaba para pasar. Luego de ese tiempo, se volvió algo que anhelaba. Como tomar agua o el peor hábito de nuestros tiempos: ver Netflix antes de dormir.
Es por todo eso que me encantó ver una lista en Fast Company acerca de las 4 técnicas que te pueden ayudar a nunca soltar un buen hábito:
1. Escoger metas pequeñas, pequeños cambios dan grandes resultados
Volvemos a mi ejemplo de las 10 ideas cada día, vertidas de algún modo (digital o análogo). Es sencillo, no cuesta, no te quita demasiado tiempo y se vuelve parte de tu identidad. Puede ser algo personalísimo como orar por las mañanas, o incluso algo tanto tonto pero valioso como comprometerse a dormir antes de las 11 de la noche. ¿Qué tal el comprometerse a ser más ordenado y dejar limpios los espacios que usamos siempre y cuándo sea lograble en menos de 5 minutos?
Metas realistas. Metas logrables. En el artículo lo ponen así: escribir cada día 20 minutos es más poderoso que una encerrona de fin de semana. El hábito es diario.
2. Resultados visibles, más motivación. Pero literal.
Otra anécdota personal: Yo trato de hacer bullet journaling, que es un método de registro diario de pendientes, metas y actividades. Es una agenda que vas formando día con día, ideal para necios que piensan que las ya rotuladas siempre tienen algo de toscas.
Aquí puedo decir que es extremadamente satisfactorio el tachar o marcar como completadas las tareas. Es una sensación de alivio muy peculiar.
Por ejemplo, si te propusiste correr diario por las tardes, puedes poner marcarlo en tu agenda o aplicación de Notas para marcarlo como completado…sólo por ese día. O si estás en una especie de meta de ahorro, puedes aplicar la vieja confiable de marcar el calendario día con día.
3. Únete a un grupo de gente afín
Entra el típico ejemplo de cambio de hábitos alimenticios. Digamos que eres un joven universitario que todavía vive con sus padres. Quieres tener una alimentación más saludable pero tu cultura familiar va de fritangas y refresco. Estás teniendo un esfuerzo grande pero es duro renunciar a los placeres de la comida grasosas ¡con un montón de gente que te apoya en palabras pero no se solidariza!
Aquí entra el valor de buscar una comunidad empática con nuestras metas. No hablo de un club de cocina o una clase, sino -por ejemplo- un grupo en Facebook de personas que estén viviendo lo mismo. En mi historia hipotética, puede ser una comunidad de recetas o de gente que está en el estira y afloja de los hábitos alimenticios.
Mismo caso si estás aprendiendo a tocar un instrumento. O, lo que nos ocupa en Webirix, si estás emprendiendo.
No sólo se vale buscar comunidades afines. Es necesario.
4. Vuelve complicados los malos hábitos
Esta la he aplicado en uno de mis cocos: el gastar en cosas que no ocupo. Por ejemplo, gastar en el Oxxo algún dulce o alimento, siendo que en breve estaría por hacer una comida completa.
¿Qué hice? Dejar la tarjeta en casa. Me muevo en Uber, no necesito efectivo. Gasto menos y consumo menos comida chatarra. En el ejemplo de James Clear, autor de Atomic Habits y entrevistado por Fast Company sobre su método, él habla sobre dejar las redes sociales entre semana al pedirle a alguien más que cambiara sus passwords por una semana para poder concentrarse así en cosas más productivas.
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Puedes leer el artículo completo en Fast Company para más información.
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