¿Qué te impulsa a emprender?


Te proponemos 20 preguntas para que descubras si tienes madera de emprendedor:

1.¿Te consideras una persona optimista? Para empezar, un emprendedor siempre ve el vaso medio lleno. “Si tiene un proyecto, el emprendedor está dispuesto a arriesgar el poco o mucho dinero del que disponga e, incluso, su entorno familiar. Son personas que se comprometen con un proyecto con un espíritu optimista”, dice Eugenia Bieto, directora del Centro de Iniciativa Empresarial de ESADE.

2.¿Siempre has tenido un espíritu curioso? “Los emprendedores son personas curiosas. Se interesan por todo. Tienen las antenas puestas”, destaca Bieto. “La curiosidad les impulsa a ser curiosos las 24 horas del día. No se trata de dejar que las cosas les sorprendan, sino que van a buscarlas. Esa iniciativa caracteriza al emprendedor”, continúa.

3.¿Te identificas con un carácter perseverante? Begoña Beviá, del Área de Iniciativa Emprendedora del EOI alerta: “Si un emprendedor no está motivado, por mucho que se asocie con otras personas que estén motivadas, si algo sale mal, terminará tirando la toalla”.

4.¿Confías realmente en tus posibilidades? “La persona emprendedora tiene que tener confianza absoluta en su proyecto y en que está preparada para sacarlo adelante”, destaca Beviá. “Va a tomar decisiones y lo tiene que hacer de manera decidida, sin miedo y confiando en sí misma, aunque puedan ser erróneas o el resultado no sea el esperado”, sigue.

5. ¿Piensas que has nacido con madera de líder? Luis Puchol, profesor de Icade, resalta la importancia de contar con la “capacidad y disposición a asumir la guía, la dirección y la responsabilidad
del trabajo de un grupo de personas. La mayor parte de los emprendedores experimentan un liderazgo precoz”.

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6. ¿Tienes una idea y eres capaz de desarrollarla? “Aunque no se puede generalizar un prototipo de emprendedor, hay un atributo común del que difícilmente se puede prescindir para emprender: la visión, entendida como una imagen, una proyección en el futuro, del lugar que ocuparán sus productos, así como de la imagen del tipo de organización necesaria para conseguirlo”, explica Eugenia Bieto. Ver más allá. “Esta capacidad para visualizar la futura empresa y su éxito debe transmitirla el empresario emprendedor a todas las personas de su entorno: familia, amigos, entidades financieras, clientes potenciales y proveedores, con el objetivo de implicarles activamente en su sueño y, así, facilitar su realización”, continúa.

Según Begoña Beviá, “no se trata de crear algo nuevo, sino de ver cómo se puede mejorar y renovar. Es más una creatividad para innovar”. “Es cuestión de renovarse o morir”, bromea.

7. ¿Te sobra capacidad de iniciativa? Richard Branson, fundador del grupo Virgin montó un periódico en su colegio a los 17 años, a los 20 decidió dar a luz un sello discográfico para el que fichó nada más y nada menos que a los Sex Pistols, y hasta la fecha se ha implicado en todos y cada uno los 350 negocios que componen su grupo, desde el alquiler de limusinas hasta las tiendas para futuras novias. Nuevas soluciones. Luis Puchol entiende que emprender es una cuestión de iniciativa: “Un emprendedor tiene creatividad o, al menos, capacidad para dar soluciones nuevas a problemas viejos, o, incluso, para plantear nuevos problemas. Se trata de romper con lo establecido y conocido, para buscar nuevas maneras de hacer las cosas”.

Michael Roberts, profesor de la Harvard Business School, matiza: “No basta con tener ideas, además, hay que tener claro cómo se van a desarrollar. Tienes que hacerte la siguiente pregunta: ¿Sabes cuáles son las características que definen la oportunidad de negocio que has detectado? Debes centrarte en la oportunidad y, a partir de ahí, comenzar a buscar todos los medios que te van a permitir dar respuesta a esa oportunidad antes que otros”.

8. ¿Has salido a la calle y conoces el mercado? O lo que es lo mismo: ¿Eres capaz de explicar a los consumidores para qué sirve tu producto o tu servicio y cómo va a mejorar sus vidas? Eugenia Bieto destaca la habilidad que tienen los emprendedores de estar constantemente con los ojos abiertos. “Tener un buen proyecto proviene de la curiosidad. Al fin y al cabo, ¿de dónde sale un proyecto? De lo que ves en elentorno, de las necesidades que ves que hay, y de ser capaz de solucionar aquellas necesidades de manera imaginativa”, comenta. Begoña Beviá amplía esta habilidad: “Conocer el sector donde te vas a meter implica analizar ese mercado, pero también conocer bien tu producto, aunque de momento sólo esté en tu cabeza”. Seguro que te reconoces en esa definición, pero también te preguntas: ¿Cómo puedes saber si tienes una oportunidad de negocio entre las manos?

Michael Roberts propone: “Hay tres variables: mercado, tecnología y equipo. Lo más importante es que haya mercado, que no tengas que pelearte para conseguir clientes. Después tienes que plantearte qué podrá detener a tu competencia en el caso de que quiera copiar tu modelo de negocio”. Pero advierte: “Para ello tienes que conocer bien el mercado”.

Cambiar el mercado. Según Roberts, “si sales en un mercado nuevo, que todavía no se ha probado, tienes que tener muy clara en la cabeza cuál es la argumentación que explica qué cambio se ha producido en los consumidores o en el mercado para que haya surgido esa oportunidad”. Si se trata de un mercado maduro, aconseja el profesor de la Harvard Business School, tienes que tener muy claro en qué medida y de qué forma vas a ser capaz de modificar ese mercado.

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10.¿Temes arriesgar la estabilidad familiar? La historia del emprendedor durante los primeros años de su aventura empresarial se podría titular: “La familia… y uno menos”. Éste es uno de los riesgos que no se suelen evaluar y que también distingue a un emprendedor de personas que, sencillamente, tienen buenas ideas y son creativos. “La capacidad de asumir riesgos es una prueba de fuego que separa a los verdaderos emprendedores de las personas creativas o de los que son sólo intraemprendedores. Si de verdad eres un emprendedor, tienes que demostrar que dedicas todas tus energías al proyecto, que estás dispuesto a trabajar un montón, y que asumes riesgos personales y de relaciones. En la medida en que tú pactas con la familia asumes un riesgo: que ellos no lo vean claro”, señala Bieto. “¿Cuál es el precio que hay que pagar por ser emprendede llevarlas adelante, pero dentro de una empresa. Limitan el riesgo a su reputación dentro de la empresa”, señala.

11.¿Tienes miedo de perder dinero? El miedo a arriesgar una inversión económica está más generalizado. Y suele ser un freno con menos peso del que habitualmente se da. “Hay que tener una disposición a afrontar riesgos calculados, recordando al mismo tiempo que los riesgos deben diversificarse”, apunta Puchol. “Tiene que asumir que va a tener que ser capaz de subsistir durante una temporada con unos beneficios bajos, o sin beneficios en absoluto”, continúa Puchol. Como recomendaba Roberts, en la medida en que el emprendedor sea capaz de poner unos límites a ese miedo… menos miedo tendrá, y, a la larga, en el caso de que su aventura empresarial no funcione, menor frustración sentirá. Intraemprendedores. Eugenia Bieto indica que “si no asumes riesgos, eres también un emprendedor, pero interno. Asumen otro tipo de riesgos: su credibilidad dentro de la organización. Diseña su proyecto, busca apoyos. Y eso es un riesgo”, explica. “Tienen casi todas las cualidades, pero tienen miedo a emprender fuera de su empresa. Son personas que también tienen una gran iniciativa, que tienen ideas, y que, además, tienen el compromiso de llevarlas adelante, pero dentro de una empresa. Limitan el riesgo a su reputación dentro de la empresa”, señala.

12.¿Puedes controlar tu frustración? Al margen de la suerte que pueda tener un emprendedor, ninguna historia de éxito ha tenido siempre el viento de su lado. “Esta es una cualidad fundamental en la persona emprendedora, porque va a tener que enfrentarse a retrasos, dificultades o imprevistos que le pueden llevar al desengaño y al fracaso. Es normal que no todo salga bien a la primera, pero es necesario saber afrontar los obstáculos que se pueden interponer en el camino y perseverar”, apunta Beviá. dor? En primer lugar, el tener que elegir entre dinero y tiempo libre, o entre dinero y calidad de vida. La mayoría de los beneficios del negocio de un emprendedor se obtendrán a costa de horas no laborales. Un emprendedor tiene que estar dispuesto a trabajar duro durante una temporada más bien larga que corta”, resalta Luis Puchol.

13. ¿Qué tal te adaptas a los cambios?

Luis Puchol insiste en que “el emprendedor se caracteriza por la capacidad para adaptarse a condiciones muy diversas, encontrarse a gusto en ambientes muy diferentes y tratar con personas de características distintas a las suyas propias, así como por tolerar los cambios frecuentes en su entorno y una dosis elevada de estrés”. “Esto tiene que ver con que el emprendedor no actúa aislado: el desarrollo de su proyecto, su puesta en marcha y su crecimiento y éxito van a depender de las relaciones que establezca en diferentes ámbitos, por lo que conviene que tenga facilidad para las relaciones personales, para la comunicación y para la negociación”, advierte Beviá.

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14. ¿Tienes dotes de comunicación?

Puchol insiste, y junto a él todos los expertos que hemos consultado para elaborar este dossier, en que “todos los emprendedores con éxito son buenos o excelentes comunicadores. Son capaces de expresar deseos, necesidades, objetivos, ideas a sus socios, clientes y proveedores”. “Paralelamente suelen tener buen conocimiento de la naturaleza humana y saben vender sus ideas con tacto. En relación con lo anterior, distinguen cómo tratar y comportarse con personas distintas, y son muy perceptivos en distinguir cuándo es el momento oportuno para entablar una negociación”, añade.

Beviá define así al emprendedor nato: “Tiene que ver con la preferencia por las relaciones interpersonales laborales, lo que incluye la capacidad de comunicación y de obtención de la información adecuada para lograr los objetivos que se persiguen, o para la generación de relaciones de colaboración”.

15. ¿Defiendes con habilidad tus posturas?

La capacidad de comunicación, señalan los expertos, tiene que ver con la confianza en tu proyecto y en tu postura a la hora de defender tu idea de negocio. En este sentido, Puchol señala: “Es una cuestión de asertividad, que no de agresividad. El emprendedor tiene que estar dispuesto a defender sus opiniones, sus posiciones, sus intereses”. “Los emprendedores toman sus decisiones por sí solos, lo que no quiere decir que, por prudencia, y para contrastar opiniones, no pregunten a otras personas antes de tomar una decisión, pero cuando la adoptan se hacen plenamente responsables de ella”, continúa.

16. ¿Sabes trabajar en equipo? ¿Sabes delegar? ¿Sabes crear equipos?

Un emprendedor tiene que ser capaz, no sólo de saber reclutar un buen equipo, sino que tiene que saber delegar y aprovechar el potencial de cada uno de sus jugadores. Esta es una habilidad que tiene que ir evolucionando al mismo tiempo que va creciendo la empresa. Además de saber seleccionar a sus colaboradores, la habilidad del emprendedor reside en saber cuándo reclutar. Y no se trata sólo de hacer equipo con empleados, colaboradores o socios, sino también con proveedores de servicios y productos. Según Eugenia Bieto: “Esta habilidad aglutina capacidad de convicción, de seducción, de conocimiento, de comunicación, pero para arrastrar a un equipo tienes que tener un buen proyecto. Es difícil arrastrar a una locura a la gente”. “Y para arrastrar a la gente tienes que tener una capacidad de liderazgo, y tener dotes de liderazgo implica saber crear equipos, saber trabajar con equipos, y saber comunicar. Hay que saber motivar a la gente. Vamos a beneficios y a pérdidas. Se resume en esto”, concluye.

 Saber trabajar en equipo significa también saber delegar. “Dominar esta habilidad constituye una herramienta útil de motivación para los empleados”, indica Beviá.

17. ¿Eres hábil a la hora de negociar?

Precios, contratos de servicio, alianzas, captaciones de capital… un emprendedor se enfrenta constantemente a la necesidad de negociar. “Y lo hace tanto externamente, como clientes, proveedores o socios potenciales, como con personas de la propia organización: colaboradores, superiores o subordinados”, señala Beviá. “A pesar de que se trata de una actividad cotidiana, los procesos de negociación tienden a reflexionarse poco y dejarse en manos de la intuición”, continúa. “Esto puede hacer que, en muchos casos, no se llegue a acuerdos de colaboración y que las relaciones se deterioren, que las partes no se comprometan o, simplemente, que se pacte en condiciones muy inferiores a las que se podrían alcanzar”, concluye.

18. ¿Tienes orientación comercial?

Respira tranquilo, no hace falta. “Un emprendedor ha de ser un buen comunicador interno y externo. Si no te sabes vender, mal asunto. Ahora bien, no se trata tanto de no ser buen comercial como de saber transmitir tu visión de la empresa, del producto, de cómo se tiene que ofrecer el servicio a un comercial: qué y cómo quieres vender, y cuál es la imagen que quieres dar”, destaca Begoña Beviá.

El emprendedor nace, pero también se hace. Tienes la idea, tienes unas buenas dotes como comunicador y estás más que dispuesto a asumir riesgo, pero sin embargo careces de otras habilidades. ¿Eres por ello menos emprendedor? No te preocupes, hay recursos a tu disposición para aprender aquellas habilidades de las que, por el momento, careces. Desde cursos gratuitos financiados por el Fondo Social Europeo, coordinados por las comunidades autónomas, hasta recursos on line.

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19. ¿Tienes conocimientos de gestión fiscal?

Luis Puchol advierte que “para convertirte en tu propio jefe son imprescindibles cinco cosas: una idea realista; ciertas cualidades específicas; un capital inicial; una disposición a trabajar sin descanso en todo momento, especialmente en la etapa inicial, y una formación, al menos básica, en finanzas, contabilidad, marketing, ventas, recursos humanos, etc”.

Begoña Beviá insiste en la necesidad de que antes de poner en marcha su negocio, un emprendedor, además de todas las habilidades que te contamos en este dossier, tenga conocimientos de gestión, finanzas y recursos humanos. Según Beviá, entre los conocimientos y habilidades que se suelen mencionar para dirigir una empresa, por pequeña que sea ésta, deberías tener nociones de:

– Gestión financiera. Como conocer tu punto de equilibrio.

– Contabilidad. Nociones básicas para gestionar tu circulante.

– Estudio de mercados. Con la intención de conocer qué es lo que debes saber de tu entorno para atinar con tu producto o tu servicio.

– Publicidad, promoción y relaciones públicas. Saber cómo funcionan estas herramientas para saber trasladarles exactamente qué, cuándo y cómo quieres que se comunique tu empresa con los consumidores. También para conocer técnicas de merchandising.

– Calidad de servicio a los clientes. Atención al cliente.

– Fiscalidad. Conocer el marco legal por si tendrás que tener cintura más adelante. No se trata de ser un experto, sino de saber en qué entorno te vas a mover.

“No se trata tanto de que sepas cómo calcular el IVA, sino de cuándo tienes que ingresarlo para que puedas hacer una previsión a tiempo. Cuando hables con tu asesor financiero, además, deberías entender todos los conceptos de los que te habla. Al fin y al cabo eres tú el que vas a tomar las decisiones en la empresa”, apunta Beviá. En este sentido, Koldo Aiestarán, uno de los fundadores de Kukuxumuxu, cita siempre entre las habilidades ideales de un emprendedor “el control de áreas periféricas, como las finanzas, la producción o los recursos humanos”.

20. ¿Y de gestión de Recursos Humanos?

Si te preguntan cuál es el principal elemento que hay que tener en cuenta a la hora de seleccionar a tus primeros empleados, ¿qué responderías? ¿La experiencia laboral? ¿Su expediente académico? ¿Qué comparta tu entusiasmo por tu producto o servicio? ¿O valorarías si ya conocías previamente a ese empleado? La respuesta correcta, según Guy Kawasaki, director general de Garage Technology Ventures, es la tercera: su entusiasmo. “Como ocurre con el resto de capacidades, no se trata de que seas un gran consultor de recursos humanos, sino de que sepas perfectamente del tipo de capital humano del que te quieres rodear”, explica Begoña Beviá.

Fuente:

http://www.emprendedores.es/

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