Gestión de flotas, recursos humanos, servicios de seguridad… Las aplicaciones que la geolocalización tienen en las empresas son cada vez más numerosas. Y es que este sistema hace que todo se vea, que todo se sepa, que todo se controle. Bueno, quizás la afirmación suene un poco exagerada e, incluso, recuerde a la obra 1984, de George Orwell. Pero, hasta cierto punto, ésta es la esencia de la geolocalización, una tecnología que permite ubicar, según coordenadas espaciales, a una persona u objeto mediante un dispositivo. La definición es de Juan Miguel Gómez, profesor de la EAE Business School y de la Universidad Carlos III de Madrid.
Las herramientas claves son el GPS, que determina la posición de un elemento a través de satélites, y el RFID, que trabaja con radiofrecuencia. “Se podría decir que estos dos componentes son el hardware de la tecnología”, explica Gómez.
El software, mientras, estaría constituido por los planos y mapas sobre los que se realizan las identificaciones; mapas suministrados por servicios como Google Maps o Mapquest, “este último muy empleado en Estados Unidos, pero poco en Europa”. Recientemente, Apple adquirió la compañía de mapas Placebase, lo que da una idea de la relevancia de este instrumento.
Pero despojemos al término de su vertiente más academicista y veamos sus aplicaciones en la vida diaria; en la actualidad, ya se emplea para seguir y controlar, de manera segura, a enfermos de Alzheimer o a ancianos. Centrémonos ahora en una acción tan cotidiana como pedir un taxi desde casa; si los vehículos poseen terminales de geolocalización, la central sabe en todo momento donde está cada uno de ellos y, a partir de aquí, envía el más cercano al cliente. Los beneficios son claros. El taxista ahorra tiempo, con lo que puede hacer más carreras durante el día; y el hecho de llegar antes al punto de recogida, también ahorra dinero al usuario; al final, todos ganan.
MÚLTIPLES APLICACIONES
Una vez conocidas las diferentes personalidades de la geolocalización, resulta interesante comprobar cómo, al relacionarse con otros actores, gana en competitividad. Siguiendo en el ámbito del márketing, su integración en un CRM (Customer Relationship Management) es beneficiosa. Este último instrumento contiene información de valor añadido sobre los clientes, como sus gustos, sus frecuencias de visitas a ciertos negocios o sus preferencias por una u otra marca. Al volcar este caudal de datos en un mapa, uno da otro salto de calidad en cuanto al conocimiento que tiene del mercado y del público.
Aquilino Antuña, director general de Servipyme, aclara que la óptima unión depende del empleo o no de software libre. “En el primer supuesto, el proceso es sencillo, ya que dispones de los códigos fuente; al trabajar con herramientas de software propietario, en cambio, pueden surgir problemas, derivados de incompatibilidades al cargar la base de datos del CRM en la herramienta de geolocalización”.
En los museos, mientras, las soluciones RFID se pueden integrar con los sistemas de seguridad ya operativos, como los circuitos cerrados de televisión o las alarmas sonoras. Las aplicaciones son variadas; una de ellas consiste en avisar al usuario de que está demasiado cerca de un cuadro, a través de una alarma.
EL ROL DEL USUARIO
En el futuro inmediato, el concepto que marcará tendencia será la neogeografía, a juicio de Juan Miguel Gómez. Se trata de una evolución de la geolocalización, donde la información geográfica es dinámica y aportada por los propios usuarios, quienes van enriqueciendo los mapas con sus apuntes. En este sentido, no es tan rígida como la geolocalización, que trabaja con los mapas y datos facilitados por las empresas especializadas.
Fuente:
emprendedores.es
Claudio M. Nóvoa
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