El proceso de cambio abarca todas las actividades dirigidas a ayudar a la organización para que adopte exitosamente nuevas actitudes, nuevas tecnologías y nuevas formas de hacer negocios. La administración efectiva del cambio, permite la transformación de la estrategia, los procesos, la tecnología y las personas para reorientar la organización al logro de sus objetivos, maximizar su desempeño y asegurar el mejoramiento continuo en un ambiente de negocios siempre cambiante.
Todas las organizaciones cambian pero el reto que se plantean los directivos y, en general, todas las personas de la organización es que el cambio organizacional se produzca en la dirección que interesa a los objetivos de la organización. Es por ello que se habla de gestión del cambio, agentes de cambio, intervención para el cambio, resistencia al cambio, etc.
La percepción y dirección del cambio constituye, hoy más que nunca, un imperativo de gestión y una tarea de dirección al logro de unos resultados y a la mejora de los servicios que prestamos.
1. Tener una visión clara de lo que se pretende conseguir.
Lo primero que requiere el jefe «promotor» es tener unos objetivos claros de lo que se quiere conseguir, una visión concreta de la situación futura que se pretende alcanzar. De ahí que la visión preceda siempre a la realidad. Para llevar adelante cualquier cambio es preciso hacerlo en primer lugar en la mente y materializarlo donde corresponda después.
Sin visión no hay cambio, es imposible. Es un requisito previo e imprescindible. Es la visión la que configura el futuro que deseamos y la que permite establecer la distancia entre nuestra situación actual y la situación del objetivo.
2. Tener convicción, entusiasmo y coraje para aplicar el cambio.
Para promover llevar adelante el cambio es preciso que los jefes responsables estén plenamente convencido de su necesidad e importancia. Pero no solo deberá estar convencido sino también entusiasmado e ilusionado con el proyecto, ¡lleno! de coraje para hacer frente a las dificultades que se van a presentar en el transcurso de su ejecución.
3. Contar con el poder y autoridad necesarios.
Los cambios no se producen con sólo desearlos y expresarlos, en muchas ocasiones es preciso forzarlos, para lo cual se requiere contar con el poder preciso para llevarlo a cabo. Por lo tanto, se hace preciso utilizar las diversas formas de poder existentes como son el coercitivo, el utilitario y la moral, los cuales deberán ser «sabiamente» utilizados de forma que nos permitan un progreso estable en el tiempo. Ya que un ejercicio requiere el tener que ir acompañado de una autoridad, a poder ser la persona o de liderazgo.
4. Saber influir.
Para crear y promover el cambio es preciso también que el jefe tenga capacidad de liderazgo, o sea capacidad de influir sobre los seguidores para que ejecuten y lleven a buen fin el proyecto establecido. Todo cambio requiere superar múltiples obstáculos que solo son resueltas, si contamos con jefes que tienen las aptitudes precisas y pertinentes.
5. Ser proactivo.
Y por último, el promotor del cambio debe ser una persona proactiva, en el sentido de que debe partir de él mismo la ejecución de los hechos y de los acontecimientos. El jefe pro-activo no espera a que sean las circunstancias o los factores externos quienes la resuelvan sus problemas o le propicien un entorno favorable para el cambio, sino que el mismo toma la iniciativa, actúa, recorre y hace su propio camino, opta en cada momento por la mejor alternativa existente y asume la responsabilidad de los resultados.
Fuente:
http://www.soyentrepreneur.com/
Sin Comentarios