Imagínate que te encuentras en este situación: te has presentado a un concurso público a última hora y han elegido tu proyecto. La Administración te informa que te va a encargar un trabajo equis por un importe de un millón de euros. Comienzas a echar cuentas. Para hacer frente a ese trabajo necesitas contratar a diez personas, adquirir otros tantos equipos informáticos, más metros cuadrados para trabajar… Echas cuentas y calculas que, en conjunto, te costará 700.000 euros. Desde el punto de vista económico, la propuesta es positiva: te quedaría un margen de 300.000 euros. Pero, ¿qué ocurre desde un punto de vista financiero? Que hay que comenzar a soltar el dinero desde el primer momento, y el dinero de la Administración no lo vamos a ver hasta dentro de un año. Calcular cuánto te cuesta crecer y qué fórmula te sale más rentable para crecer no es una cuestión baladí.
“Hay muchas empresas que no se han parado a ver cómo crecer. No se paran a pensar en que pueden sufrir un tremendo descalabro. Y esas empresas tienen que ser conscientes de que a veces, incluso, van a tener que saber decir que no. Te puedes estrangular: puede que no seas capaz de hacer frente a tus pagos (como en el ejemplo que te poníamos), puede que tardes más de lo habitual en cobrar…”, explica Jesús Palau, director del departamento de Dirección Financiera de Esade. “Una vez que decimos que sí… es cuestión de planificación económica y financiera… probablemente la gran ‘ausente’ de las pymes. Tienes que sentarte a evaluar y hacer un presupuesto de ingresos y gastos, y otro de cobros y pagos”,añade. “El crecimiento tiene que traducirse en un mayor resultado”, apunta Andrés Casián, director financiero de QualityConta. Es por este motivo que hay que tener cuidado: “Hay que ver cómo se van a traducir esos mayores ingresos en tu cuenta de gastos. El crecimiento te cambia tu estructura. Y puede ser negativo. Aunque se trate de contratar a cuatro personas que no caben en tu oficina”.
Cómo planificar tu crecimiento con garantías
Cómo comenzar a calcular el crecimiento? “Con planificación. Primero con un presupuesto económico de ingresos y gastos anual. Tiene que tener un resultado positivo. Segundo paso: hacer un presupuesto de cobros y pagos: materialización en tiempo y dinero en el que se desglosa por meses el contenido del presupuesto económico. El tercer paso es un presupuesto de inversiones, planificar, también por meses, qué necesidades de recursos vas a ir necesitando para cubrir el dinero que necesitas”, explica Andrés Casián.
Alberto Puente, profesor asociado de Dirección Estratégica de la UCIII, recomienda evaluar la rentabilidad de la empresa. “Una cosa es tener margen y otra cosa es tener rentabilidad. Con un beneficio en la cuenta de resultados, ¿cuánto has tenido que poner para conseguir ese beneficio?”. “Tienes que medir el rendimiento económico del conjunto de las inversiones de tu empresa, con independencia de tus fuentes de financiación. ¿Cómo? Sumando el resultado antes de impuestos y los gastos financieros y dividiéndolo por la inversión media”.
RIESGOS FINANCIEROS QUE PONEN EN PELIGRO A TU EMPRESA
1. Morir de éxito. “Es una situación en la que el negocio te va bien, de hecho, te va estupendamente, y como te va tan bien, construyes un edificio. Y al construir este edificio, tienes más gastos de estructura y tienes más personal. Te propones dar un salto cualitativo y ese salto suele tener malas consecuencias: como incrementar sustancialmente el volumen basándose en una gran dosis de gasto fijo, lo que modifica tus márgenes”, alerta Jesús Palau. “Se suele pensar: «Dejo los gastos de estructura como están, que ya los recuperaré vendiendo»… pero hay que ver si te funcionará esta estrategia, ya que depende del mercado”, continúa.
2. Perder el control. “Una de las primeras preguntas que te vas a hacer será: ¿Financiación propia o ajena? La propia, normalmente –por los manuales-, se tiende a pensar que es lo más deseable, pero no siempre es así. Si aumentar el capital de la empresa supone que cada socio aumenta su aportación a la empresa, y no hay dificultades, no hay más problema. Sin embargo, si la financiación propia supone que tenemos que incorporar a nuevos socios a mi empresa… entonces ya gusta menos.Yo, por ejemplo, prefiero que me presten, a tener un socio… que se me puede plantar con un 40% de la empresa”, advierte Andrés Casián.
3. Confundir picos de producción con el crecimiento. “Es importante también hacer un análisis de la naturaleza de tus gastos, de tus gastos fijos y de tus gastos variables. Cuando la fórmula de crecimiento por la que has apostado afecta a gastos variables es más fácil. El problema es cuando el crecimiento te obliga a crecer con gastos fijos. Cuando el crecimiento te obliga a tomar la decisión de invertir en inmovilizado. La marginalidad de la demanda te obliga a invertir. Siempre hay que variabilizar tus costes. ¿Cómo? En lugar de comprar, alquila. En lugar de contratar, externaliza. Si al final creces, puedes contratar”, aconseja Casián.
Fuente:
emprendedores.es
Rafael Galán
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