Aunque Elon Musk vía SpaceX quiere emocionarnos con el lanzamiento de satélites y cohetes, lo cierto es que la carrera espacial se ha enfriado desde hace varios años por un tema de costo/beneficio. A esto tampoco ayudó que existieron cinco fracasos (algunos no tan conocidos) de experimentos aeroespaciales.
Retomamos del MIT Tech Review, los 5 fracasos de la carrera aeroespacial:
Delta Clipper (DC-X)
Durante mucho tiempo, el objetivo de los diseñadores de cohetes ha sido el de lanzar una plataforma única a la órbita. La idea se basaba en el hecho de que evitar los cohetes de múltiples plataformas lo haría todo más barato, más rápido y más reutilizable. El DC-X a pequeña escala de McDonnell Douglas logró hacer varios vuelos suborbitales, pero el programa se canceló antes de que se pudiera construir una versión a gran escala con capacidad de orbitar. En función de a quién se le pregunte, el proyecto fue víctima de su inmadura tecnología o de burócratas con poca perspectiva. Varios ingenieros de Delta Clipper ahora trabajan para Blue Origin, cuyo cohete New Shepard se cree que está inspirado en el DC-X.
Venture Star / X-33
La NASA se gastó casi un billón de euros en el X-33, una versión suborbital de media escala de lo que habría sido Venture Star. La nave a escala completa hubiera tenido un tamaño similar al de un transbordador espacial. Y la agencia incluso creó un «puerto espacial» de 28 millones de euros para la Base Aérea de Edwards en California (EE. UU.). Pero la NASA y Lockheed Martin, la compañía que construyó el X-33, tuvieron muchos desacuerdos en el diseño, y el programa se canceló antes de que el cohete se lanzara.
Baikal
El propulsor Baikal, diseñado en la década de 1990 como una primera plataforma reutilizable para el cohete ruso Angara, fue una idea que llegó antes de su tiempo. Al igual que en la primera plataforma del cohete Falcon de SpaceX, se suponía que el Baikal debía volver para poder ser reutilizado. Pero a diferencia de la primera plataforma del Falcon, que usa el mismo cohete para aterrizar de donde despegó, el Baikal tenía un motor a reacción adicional para el aterrizaje, lo que añadió peso y complejidad.
HL-20 / HL-42
A raíz de la explosión del transbordador espacial Challenger en 1986, el HL-20 fue diseñado para llevar pasajeros de forma segura y barata a la estación espacial Freedom. Ni él ni el HL-42, su sucesor ampliado, llegaron al espacio. Sin embargo, la nave espacial Dream Chaser de Sierra Nevada (EE. UU.), que se basa en el diseño del HL-20, está programada para entregar carga desde y hacia la Estación Espacial Internacional a partir de finales de 2020.
Roton
Otra idea fallida de llevar una única plataforma a la órbita, el Roton, fabricado por Rotary Rocket, se encuentra en el puerto espacial de Mojave (EE. UU.) como una advertencia e inspiración para los futuros pioneros del espacio. Al hacer que el cohete girara rápidamente, los ingenieros esperaban eliminar la necesidad de bombas tan costosas y complicadas. Un prototipo realizó tres vuelos de prueba en 1999, pero fue difícil de controlarlo. La compañía se quedó sin dinero antes de poder resolver los problemas.
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