Aunque se habla mucho de acciones individuales para evitar el cambio climático, como la derogación del uso de plásticos comerciales a nivel ciudad, algunos expertos afirman que dichas posturas son más una curiosidad activista (que tendrá poco impacto a mediano plazo) y que más bien deben ser medidas a nivel industria las que cambien para generar un impacto notorio.
La gran excepción, es aquella teoría que habla acerca de que consumimos demasiada carne roja como sociedad, y que la producción de ésta afecta de manera notoria al planeta. Entonces, al reducir el consumo, la producción bajaría y con ello dos factores importantes:
- El número de pastizales devorados como alimento por vacas y demás ganado
- La producción de dióxido de carbono por sus heces.
Leemos esto en el MIT Tech Review para complementar el tema:
Resulta que es posible reducir muchísimo nuestra huella climática sin tener que cambiar drásticamente nuestra forma de alimentarnos. Un análisis realizado el mes pasado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) revela que, en cuanto al nivel de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero sobre una dieta estándar de EE. UU., no hay mucha diferencia entre reducir el consumo de carne roja (específicamente ganado vacuno, caprino y ovino) a aproximadamente la mitad, y convertirse en vegetariano.
Estos resultados se deben a que una dieta vegetariana estándar no reemplaza toda la carne por verduras sino depende en gran medida de lácteos, huevos y otros productos de origen animal que requieren mucho terreno de cultivo y producen muchas emisiones, explica el miembro sénior de WRI y autor principal del informe, Tim Searchinger. (El veganismo produciría una reducción mucho más profunda, pero el informe no incluyó este tipo de dieta en su análisis.
La ONU acaba de ofrecer un claro recordatorio de por qué es importante pensar en estas opciones. El informe especial del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (más conocido por sus siglas en inglés, IPCC), Cambio climático y la tierra, concluye que el mundo necesita revisar su forma de producir alimentos y manejar los terrenos para controlar el calentamiento global y alimentar a una población en crecimiento en un planeta cada vez más volátil.
El texto señala que la agricultura, la silvicultura y otros cambios en el uso de la tierra representan el 23 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Los cambios en la alimentación pueden sumarse rápidamente. Una iniciativa mundial para alejarse de los «alimentos que producen emisiones intensas como la carne de vacuno» podría reducir entre 700 millones y 8.000 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero anuales. El extremo superior del rango, que se produciría si todos nos volviéramos veganos, representa casi una quinta parte de todas las emisiones relacionadas con los combustibles fósiles. Además, tal cambio en la alimentación también podría liberar millones de kilómetros cuadrados de terreno.
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