Al principio, todo era pasión, ilusión y ganas de crear un proyecto común. Pero el día a día, las dificultades y las diferentes personalidades han ido transmutando todo ese buen feeling en desconfianza, reproches e incluso enemistad abierta. Este periplo tan común en los matrimonios que acaban en divorcio, se parece mucho más de lo que pensamos a lo que viven muchas sociedades que se rompen. Y es que, como explica Javier Heredia Yzquierdo, profesor de Módulos Legales de EAE Business School, “al igual que con los matrimonios civiles, el ámbito empresarial supone un compromiso privado con otra parte que puede llegar a su fin por mutuo acuerdo de los socios o bien de forma unilateral. Y al igual que en los matrimonios civiles, la forma en que te separas depende de cómo has entrado en esa relación”.
De la forma en que inicias la relación ya hemos hablado en otras ocasiones al tratar de la elaboración de estatutos. Por eso, ahora queremos hacer hincapié en cómo reaccionar cuando ya no has hecho bien los deberes y se te presenta el peor panorama posible: no aguantas más con tu socio.
Hemos preparado una especie de guía para que no te equivoques en este difícil proceso, pero antes de exponerla, unos consejos básicos.
-Clarifica tu objetivo. Antes de afrontar una separación, debes decidir cuál va a ser tu postura con respecto a la sociedad porque eso determinará tu estrategia de salida. Sé realista y analiza si quieres quedarte con la sociedad o prefieres marcharte.
-Acude a un experto externo. Cada vez se extiende más la figura del mediador mercantil, que realiza la función de intermediar entre las partes y está capacitado para hacer las valoraciones correspondientes. Es la mejor manera de llegar a un acuerdo beneficioso para todos y no es muy caro, tienes tarifas desde los 50 euros/hora y una mediación normal supone unas 20 horas de trabajo. Cuando acudas a él, sé muy sincero.
-Y negocia, negocia y negocia. Los expertos son unánimes: una salida negociada, aunque no obtengas todo el beneficio esperado, siempre es más ventajosa que acabar en los tribunales. Cualquier proceso que se judicializa se alarga en el tiempo y resulta muy costoso. A título orientativo, en la Comunidad de Madrid una demanda tarda entre un año y año y medio en resolverse, pero lo normal es que la parte perjudicada apele y en este caso se alarga dos años más. Es preferible acudir a algún organismo de arbitraje. Es más caro, pero más rápido: tarda de media un año y su resolución es inapelable.
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